De viaje por la Toscana (I)

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Lunes 26 de octubre de 2015

ON THE ROAD AGAIN

Siempre que inicio un nuevo viaje por carretera resuena la melodía de Willie Nelson en mi cabeza, invitándome a partir, a sentir la llamada del asfalto y entregarme a ese placer que me supone desplazarme a otros paisajes. No obstante, por primera vez me voy con más pena que alegría porque siento que me he dejado a mi compañera atrás. Por tanto, quiero compartir estas líneas con ella para que, de alguna manera, me acompañe en el viaje y, al mismo tiempo, deje constancia de su desarrollo.

🙂 Hola amor.

Es un viaje bastante improvisado, donde las únicas premisas van a ser rodar con mi moto durante nueve días a través de la región de la Toscana. Pueblitos bonitos, renacimiento y algún comedero donde saborear también el lugar.

El día, como digo amanece nublado y se torna lluvioso cuando empiezo a rodar. Sin embargo la climatología se muestra clemente y me permite llegar al primer puerto, un hotel a los pies de la nacional 340, a las puertas de Nules, en Castellón. Nota curiosa, me ha costado tan solo 17 euros y es más que decente, con baño interno, como le gusta a ella.

Constato que a las 18:30 ya oscurece de modo que ese va a ser un límite de tiempo en los desplazamientos. Maldita sea, han atrasado la hora hace dos días en un cambio horario incomprensible. Franco lo estableció para tener la hora pareja a Alemania.

A pesar de la inicial adversidad el cielo, plomizo y lloroso como mi estado de ánimo, se abre por momentos y me permite rodar algo más rápido y con la guardia más relajada. Valencia ya no es tierra de naranjos. Todo lo que veo son nuevas y formidables plantaciones de caquis.

Por tierras valencianas mi ánimo comienza a ensancharse paulatinamente y recuerdo, de súbito, una de las razones por las que he viajado tantas veces solo: mi mente se abre, constreñida como se encuentra en las rutinas cotidianas.

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Y vuelve a sonar la canción…

 

Miércoles 28 de octubre de 2015

Ferry Barcelona Civitavecchia

Escribo estas líneas en el barco, saliendo a mar abierto. No hay, obviamente, señal ni por asomo y la única manera de conectarse con el exterior es mediante un escuálido Wifi de cuatro megas, que no quiero ni pensar lo rápido que se va a agotar.

El día ha amanecido amable. Descubro que el hotel donde he dormido por 18 euros, el Simba de xilxes cerca de Castellón, es un complejo de camioneros enorme.

Consum. En el barco, enorme, una miembra de la tripulación me dice que en el camarote seremos cuatro. Lo ha deducido de la cantidad de toallas que ha visto preparadas. “Bueno, pero al ser el primero podrás elegir la cama de abajo”. Bien. Al poco entra un tipo alto y desgarbado. Guido de Holanda. Un holandés errante. Lleva siete años en España. “seremos cuatro”, le digo. “Es lo que hay”, replica. Y se marcha a perderse un poco por el barco. Yo hago lo propio. Es grande de veras: salas de juego, discoteca, piscina, sala de descanso, varios puestos de bar, restaurantes. Hago tiempo para hablar con mi compañera por internet. La conexión languidece conforme nos alejamos de la costa. Otro miembro de la tripulación me informa de que no podré usar el anémico WIFI que he contratado hasta que hayamos entrado bastante en mar abierto. Vaya, lo último que recibo por el wassap de mi chica es que nos vamos a conectar por skype. Pero no puedo en ese momento. De todos modos, pienso, cuatro megas con videoconferencia deben de dar poco. Y aquí me hallo, escribiendo estas líneas, ansioso por que este lento ferry se adentre en el mare nostrum y poder usar mis cuatro miserables megas, en dar las buenas noches a mi chica.

28-10-15     Ferry cruise Barcelona   11:04

He dormido el sueño de Poseidón. El barco es una inmensa cuna que mece grandes sueños. Uno de mis imprescindibles en los viajes son los tapones de oído y un antifaz. Pues bien, he dormido del tirón a pesar de tener dos compañeros más en el estrecho camarote. Y roncantes.

Guido, el Holandés Errante, no ha dormido en el catre. Anoche lo vi, junto al músico de la nave, apurando una cerveza en uno de los bares, charlando animadamente con las camareras. Me resulta más enigmático todavía. No obstante, apuesto que ha dormido en una de las salas de descanso, dotada con cómodos asientos reclinables. O bien en el suelo enmoquetado de la sala donde estoy ahora mismo. Es una inmensa sala (lounge) flanqueada  por una barra semicircular y el músico cutre, con su teclado de sonidos pregrabados, en el otro extremo.

La navegación resulta cómoda y relajada por el momento. Consulto con el GPS y me sitúa entre Córcega y Cerdeña. Son esas siluetas bosquejadas en el horizonte.

Confirmado. El servicio de wifi es una gran mierdaca. Esta mañana ni me permite gastar los dos megas que me faltaban. Un suspiro. Suficientes para saludarla. Un algo. De modo que viajar en barco te desconecta y aísla necesariamente, aunque sea un tramo corto, pero suficiente para echar de menos el contacto.

Constato que es este un barco de camioneros. Son el mayor grupo. Tan panzudos ellos. Un colectivo fácilmente identificable. Luego estamos los viajeros solitarios y alguna pareja. Ah, y se me olvidaba, el músico. Tan italiano. Una rara avis.

En la sala en que me hallo hay tres televisiones puestas con distintos canales, los nacionales italianos. Es un poco loco. Su única ventaja es que tiene una toma de luz donde puedo conectar el portatil y otros dispositivos.

Tengo algunos problemas que resolver por el momento. Al no disponer de wifi no puedo cargar los mapas de Italia en el GPS, con lo que voy a ir a oscuras hasta que encuentre un Mcdonals, por ejemplo, para usar su señal. Y a oscuras porque es probable que esté anocheciendo (o acaso ya lo sea) cuando salga de las entrañas del barco. Tampoco tengo lugar para pernoctar identificado, por lo que la falta de acceso a internet tampoco ayuda. Por todo ello es probable que duerma cerca de Civittavechia, en un lugar con buena conexión y con tiempo para preparar lo que va a ser el viaje. Tengo ligeras nociones. Una ruta alrededor de la toscana, con tiradas de pocos kilómetros cada día que viaje. Espero que el tiempo me acompañe. Bueno, ruego por ello. El factor suerte ya es un factor real a estas alturas del año.

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Jueves 29 de octubre de 2015

De Civitavecchia a Massa Marittima

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mauri 3 (6)Tras la tormenta repentina que asoló anoche en la ciudad portuaria romana, que hizo que se disparara repetidas veces la alarma de la moto por la violencia con la que caían las gotas, me levanto sobre las 10 con un sol brillante. Hoy comenzaba realmente el viaje y suponía la primera toma de contacto con el asfalto italiano, de tan baja calidad que riete tú de nuestras carreteras. La vía, bacheada en algunos tramos, y de una estrechez peligrosa, está medianamente transitada. Me tranquiliza dado que peor que el estado del pavimento es el estilo de conducción de los temerarios italianos. Si suena a prejuicio hagan la prueba. Tras parar brevemente en Orbetello, ciudad flanqueada por dos grandes lagunas que albergan más de 140 especies de aves, dirijo la moto hacia Massa Marittima. Conduzco todo este tramo por la SS1. La conocida como Vía Aurelia que discurre cercana a la costa Toscana. Atravieso un par de chubascos que no llegan a calar y arribo al objetivo. El pueblo, con un interior que alberga la monumentalidad renacentista que conocí tan bien en Perugia, destilaba una calma inusitada, que se agradece cuando estás de viaje por Italia. Nada que ver con Siena ni Florencia, para entendernos.

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mauri 3 (9)Primero me dirijo a un hotel donde anoche hice una reserva, pero cuando llego no me gusta lo que veo. Sigo buscando. Dos horas más tarde me estarán llamando, pero no lo cojo. Encuentro un hotel con buenas vistas al valle. Puede verse un trozo de mar. Incluso la isla de Elbahttp://www.ducadelmare.it/

Decido dar un pateo por su casco antiguo. Encaramado en lo alto de la colina. Desde el hotel hay una vía peatonal de casi un kilómetro hasta llegar arriba. Monumental, destila una rica historia. Leo por ahí que el pueblo fue asolado por la peste de finales del Siglo XIV y que ha pertenecido a la órbita de Florencia. Es muy tranquilo, como digo y eso reconforta. Pateo alrededor del centro un buen rato. Tomo un par de cafés con leche, que aquí los hacen muy cremosos. Una delicia.

Pensaba que esta es una buena puerta de entrada en Toscana. Te sumerge en el paisaje de campiñas de ensueño, de verdes variados, de un esplendor insultante, de manera paulatina.. Tengo que parar un par de veces para oler su aire fresco y sentir la campestre tranquilidad de sus rincones. Como no he preparado nada paseo con los sentidos muy abiertos, atento a lo que voy descubriendo. Todavía no estoy cómodo al 100% con la moto. Debo aclimatarme a este tipo de ecosistema que se compone de carreteras de poco arcén y muy reviradas.
Para mañana he marcado en el mapa Volterra, pero luego indagaré más. Entro de lleno en el área donde se concentran los pueblos bonitos. La toscana profunda. Y creo que el cielo va a ser de auspicio. Espero!.

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Continuará…

Por Mauricio Egea

 

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